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Tuvo que haber una pandemia para que mi esposo entendiera el infierno de ser ama de casa

Tuvo que haber una pandemia para que mi esposo entendiera el infierno de ser ama de casa

No fue sólo la depresión posparto, aunque ciertamente contribuyó a lo horrible que me sentía. Por supuesto, cualquiera nueva ama de casa con problemas de salud mental se sentiría así, pero era algo más.

Me puse a pensar si así se sentirían las personas que van a trabajar: hablan con sus compañeros de trabajo, se sientan frente a una computadora todo el día, no tienen amistades íntimas, conversaciones filosóficas profundas ni discuten su dolor y alegrías, ¿no?

Especialmente los hombres, que generalmente tienen menos «apoyo social«, que a menudo regresan a la oficina depués de haber tenido un hijo mientras que sus contrapartes femeninas generalmente se quedan en casa (si es que te puedes quedar en casa).

Era 2016 y podía pasar semanas sin hablar con otra persona, y esto sucedía a menudo. Apenas podía salir de la casa, puesto que decidí amamantar a mi bebé, tenía que tomar siestas cada dos horas, sacarme leche, cambiarle los pañales, bañarla, lavar la ropa…

Piernas de mujer vistas desde atrás en una casa tirada llena de cosas en el suelo con una cubeta con cosas de limpieza

“Sólo voy a trabajar, no hablo con nadie de mi vida, me siento solo. Ir a trabajar no es una interacción social”, me dijo al respecto mi esposo.

«No es necesario ser amigo de la gente para poder interactuar con ellos, respondí. «Incluso te miran mientras les hablas».

“Esto no es un lujo, no estoy teniendo ‘la vida que tú deseas’. Todos estamos solos”, respondió.

Sí, bueno, te podrás sentir solo, pensé, pero no estás aislado. No existes en un aislamiento casi completo como yo. Hay una diferencia.

Hace unos meses, en 2019, se dio el brote de coronavirus. Ahora soy mamá de dos hijos que se queda en casa, con preocupaciones de salud mental mucho menos profundas que en 2016, afortunadamente, pero aún aislada. No puedo ver amigos, no puedo salir de casa, apenas hablo con la gente: parece ser un patrón cuando tienes un bebé y un niño de 3 años.

Esto no era novedad hasta hace unos meses, excepto que este aislamiento fue por orden del gobierno. Y esta vez no fui solo yo: fueron todos a mi alrededor.

Papá trabajando desde casa con su hija de 2 años en las piernas

Mi esposo, que me dejó histérica y sola con mi depresión postparto en 2016 con nuestro recién nacido de siete semanas para regresar a la oficina, ahora estaba entre las personas a las que seles pidió que se quedara a trabajar desde casa.

Y todo estuvo bien. ¡Pasó más tiempo con nuestros hijos! ¡Pasó más tiempo conmigo! Trabajaba las horas que necesitaba y convivió con nosotros en vez de perder el tiempo en redes sociales! Fue INCREÍBLE en mayúsculas. Durante semanas fue asombroso…

Hasta que no lo fue. Hasta hoy. Hasta que me dijo algo tan familiar que, por una fracción de segundo, me rompió el corazón. Me dijo que le gustaba trabajar desde casa, que quiere hacerlo de forma permanente, pero que era duro. Cuando le pregunté por qué, dijo las palabras que una vez escuché salir de mi propia boca: dijo que se siente aislado.

Dijo que extrañaba la interacción social, ver a sus compañeros de trabajo, hablar con ellos, simplemente estar cerca de la gente, tener esas pequeñas interacciones que son parte del ser humano. La gente se ríe de tus chistes, te estrecha la mano, te mira a los ojos. Escuchas sus voces, ves sus caras y estás ahí, con ellos.

Y dijo, por primera vez, que entendió lo que quería decir cuando describí mi situación en 2016.

Mujer tapándose la cara con ambas manos

Se me humedecieron los ojos y luego, de manera instintiva y totalmente involuntaria, le dije: “Exactamente, wey. ¡Esto es lo que te he estado diciendo durante los últimos años!».

El aislamiento se convirtió en algo común para la mayoría de las personas hace unos meses. El aislamiento se convirtió en una realidad para muchas otras personas hace años, décadas, siglos.

A lo que voy es a que no es necesario estar en cuarentena para estar aislado. Si ya sentías que estabas haciendo todo esto desde antes, sólo que sin todo el desinfectante, cubrebocas y alcohol en gel, entonces estoy aquí para decirte que te entiendo. Te veo. Veo cómo esto agrega otra capita más a lo que ya había estado pasando. Y que sé que no es fácil.

Sé lo que dirán algunas personas: que lo que estás experimentando como ama de casa no es aislamiento, que todos, no sólo los padres, carecen de conexión, que esto es parte del trabajo o e la vida que elegimos. Y mientras hago concesiones a las pequeñas realidades de esos sentimientos, también me doy cuenta de que son formas de ver la vida miopes y faltas de miras.

Y ahora, finalmente, mi esposo lo entiende.

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