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Bajé 8 kilos en la cuarentena y así lo logré

Bajé 8 kilos en la cuarentena y así lo logré

A ojos de los demás, bajar de peso es «un logro». No importa si estabas sano o no, no importa qué hiciste para bajar de peso, no importa si te mataste de hambre o hiciste mucho ejercicio… ni siquiera importa si tienes un trastorno alimenticio, lo importante para los otros es que bajaste de peso.

Bajé 8 kilos en dos meses de cuarentena, y así es como «lo logré». Aunque en realidad no fue un logro porque ni siquiera me lo propuse, sólo sucedió.

No hice cardio, no comí mucho mejor: en realidad sólo me dio ansiedad. Sólo me pegó pasar sola la cuarentena, sólo me puse muy triste por la situación que atraviesan muchas familias, porque la vida había cambió de un momento a otro… sólo atravesé la cuarentena con el corazón un poco roto.

Lo extraño es que cuando cajas de peso, las personas empiezan a felicitarte… ¿Pooor? En realidad no te preguntan si necesitas ayuda, o si todo está bien

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Además de que TODOS deberíamos dejar de hacer comentarios sobre el peso y el cuerpo de otros, también deberíamos dejar de creer que «bajar de peso» es sinónimo de bienestar o de salud… y menos aún felicitar a alguien por eso sin saber su contexto.

La primera foto la tomé dos días antes de la cuarentena, estaba feliz… acababa de ser mi cumpleaños, me sentía bien. En la segunda, he logrado reconciliarme con mi tiempo a solas y con la situación que atravesamos, pero en realidad no me siento tan radiante y feliz como en la primera imagen.

Antes de la cuarentena tuve que hacerme análisis de sangre, y en realidad esos 8 kilos no le hacían mal a mi cuerpo: mis niveles de azúcar y colesterol estaban bien. Y si bien estaba un poco arriba de mi peso «ideal», no había una razón para bajar de peso.

8 kilos de cachetes, de comida disfrutada con mis amigos, de disfrutar de mi cuerpo y de mi vida. Y no es que me queje porque no están ahí. Es sólo que habría preferido no perderlos si me iba a costar mi inestabilidad emocional y si el costo iba a ser sentirme mal.

Del mismo modo, hacer ejercicio o comer mejor debe tener mejores incentivos que el perder peso. Es bueno hacerlo, es genial disfrutarlo, pero medirlo por los kilos que bajamos puede ser fustrante y poco positivo.

Creer que alguien que bajó de peso está feliz por haberlo hecho es restar importancia a otras cosas. ¿Quién nos asegura que esa persona está teniendo un trastorno alimenticio y nosotros, con las felicitaciones, lo estamos alentando a seguir?

¿Me veo mejor? No lo sé… lo que sí les aseguro es que prefiero verme feliz a verme flaca.

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