¿Estás haciendo mucha panza? Ascitis: cuando acumulas líquido y no grasa
De repente, casi sin darte cuenta, comienzas a notar que tienes el abdomen más abultado. Empiezas la dieta, ejercicio y, semanas después, se ve igual o incluso más prominente… Quizá no sea un problema de hábitos. ¿Estás haciendo mucha panza? Ascitis: cuando acumulas líquido y no grasa.
Lo primero que pensamos cuando nuestro pantalón no cierra, es en aquellas cosas “prohibidas” que hemos comido o la falta de ejercicio que venimos arrastrando y las horas frente a la computadora. Sin duda, los principales responsables de un aumento de tallas y peso, son nuestros hábitos, el sedentarismo y la mala alimentación.
Sin embargo, pese a este antecedente, no siempre la acumulación de grasa se esconde detrás de ese abdomen abultado, a veces puede haber algo más: líquido. Lo que médicamente se conoce como ascitis tiene detrás factores que no debes dejar pasar.
¿Qué es la ascitis?
Ascitis es el nombre que se da a la acumulación de líquido en el espacio entre el revestimiento del abdomen y los órganos abdominales. Esto provoca que se te vea un gran abdomen, pero, al mismo tiempo, puedes perder peso rápidamente y presentar hinchazón de los tobillos y falta de aliento.
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, explica que esta condición se presenta por una presión alta en los vasos sanguíneos del hígado (hipertensión portal) y niveles bajos de la proteína albúmina. Asimismo, como los riñones no pueden lograr que el cuerpo se deshaga de suficiente sodio por la orina, los líquidos se acumulan en el abdomen.
Sin embargo, no es una enfermedad, sino que es consecuencia de otros padecimientos. De acuerdo a la Clínica Cleveland, la cirrosis del hígado es la causa más común de ascitis. De hecho, se considera que aproximadamente el 80% de los pacientes con cirrosis hepática la desarrollan.
Por lo tanto, uno de los factores de riesgo para sufrir ascitis es padecer cualquier enfermedad que pueda causar cirrosis, como hepatitis B o C, hígado graso y abuso de alcohol. Mas no es el único: las personas con cánceres como de apéndice, colon, ovario, útero, páncreas e hígado, también pueden desarrollarla.
Al igual que pacientes con afecciones como trombosis de la vena porta (vena del hígado), insuficiencia cardíaca congestiva, pancreatitis y pericarditis (engrosamiento y cicatrización de la cubierta del corazón).
¿Cuáles son los síntomas de ascitis?
En general, al inicio la ascitis pasa desapercibida, al haber una pequeña cantidad de líquido, sin embargo, conforme se acumula más líquido, puede acompañarse de dolor abdominal y distensión. Cuando las cantidades son mayores, llega a presentarse dificultad para respirar.
De igual modo, puedes ver tu ombligo más plano o “botado” y perder el apetito; al estar relacionada con un problema hepático, también suelen aparecer síntomas de insuficiencia hepática, como:
- Piel y ojos con un tono amarillento
- Dolor en la parte superior derecha del abdomen
- Náusea y vómito
- Sensación de malestar general
- Dificultad para concentrarte, desorientación o confusión
- Somnolencia
Para confirmarlo, además del examen físico, se realizan algunos estudios de laboratorio y ultrasonido abdominal. En algunos casos, también se extrae líquido de la ascitis para analizarla e identificar la causa, así como si hay infección.
¿Cómo eliminar el líquido del abdomen?
Para tratar la ascitis, lo primero será buscar la causa y, si es posible, atenderla. Sin embargo, los cambios en el estilo de vida también tienen un peso importante para reducir la acumulación de líquido.
Entre las recomendaciones, se encuentra bajar la cantidad de sodio que se consume al día a no más de 1, 500 mg. Para tener una idea más clara sobre los alimentos y su cantidad de sodio, lo mejor es buscar ayuda de un especialista en nutrición, ya que no sólo está presente en la sal que añadimos.
Por otro lado, es importante evitar el consumo de alcohol e ingerir menos líquidos. En algunos casos, pueden recetarse diuréticos, pero estos deben usarse bajo una supervisión médica, lo mismo en caso de requerir antibióticos por una infección.
Existen otros tratamientos disponibles, según tu caso, como insertar una aguja en el estómago para eliminar volúmenes importantes de líquido o colocar una sonda dentro del hígado para reparar el flujo sanguíneo hacia este órgano.
Es clave acudir con tu médico para recibir el tratamiento adecuado, pues, de no hacerlo, podrían desarrollarse complicaciones. Entre las primeras, se encuentra la dificultad para respirar, lo cual puede limitar tus actividades diarias.
Por otro lado, corres el riesgo de que los líquidos acumulados se infecten con alguna bacteria, provocando una peritonitis bacteriana. De igual modo, el líquido puede llegar a los pulmones, dando lugar a falta de aliento y de oxígeno en la sangre; finalmente, si la cirrosis empeora, provocaría un fallo renal.
¿Por qué crece la panza?
Una de las principales responsables del aumento de la circunferencia de nuestra cintura y abdomen, es la grasa. La grasa abdominal no es algo desconocido, tanto en mujeres como en hombres, sin embargo, tampoco se reduce a la estética, pues se ha relacionado con riesgos para la salud.
Especialistas de Mayo Clinic, explican que, cuando nuestra cintura rebasa los rangos saludables (80 cm para las mujeres y 90 cm para los hombres), se relaciona con un mayor riesgo de muerte prematura, además de afecciones como cardiopatía, diabetes tipo 2, presión arterial alta, colesterol anormal y problemas respiratorios.
Esto, porque la grasa no es sólo superficial, sino visceral, es decir, alrededor de los órganos internos. Diferentes factores influyen en su aparición, desde los hábitos de alimentación y ejercicio, hasta la edad y las hormonas, pues se ha asociado la disminución de estrógeno con dónde se distribuye la grasa, muchas veces en la cintura.
Sin embargo, la genética y el consumo de alcohol en exceso, también pueden ser responsables de esta acumulación. Por eso es importante vigilar nuestros hábitos, adoptar aquellos saludables y consultar a un especialista para descartar que haya otro problema detrás.
También existe el riesgo de “tener panza” por una distensión o inflamación abdominal, sin embargo, esta suele ser pasajera y, muchas veces, causada por comer en exceso u otros padecimientos, como el síndrome del intestino irritable. Si presentas otros síntomas gastrointestinales, como gases o diarrea, podría ser esta la causa de tu pancita.
Sin embargo, aunque suele pasar, si esta no cede o empeora, tienes un abdomen sensible, diarrea intensa o heces con sangre, busca ayuda de inmediato.
Mucho se habla sobre tener pancita o un abdomen plano, pero es importante identificar la causa detrás de ese abdomen abultado. Si últimamente has notado que tienes una barriga más grande, pese a llevar buenos hábitos, y se acompaña de otros síntomas, no dudes en consultar a tu médico.
Esto es especialmente importante si ya tienes un diagnóstico de enfermedad hepática u otra condición, la ascitis no sólo es acumulación de líquido, sino una señal que no se debe ignorar.
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